miércoles, 5 de marzo de 2008

¿ Puedo hacerme un cuchillo ? Parte I

Alguna vez todos a los que nos gusta la cuchillería hemos envidiado (sanamente) a un amigo con cuchillo artesanal cómodo, fuerte y bonito.
Entonces la pregunta nos asaltó de inmediato, ¿ puedo hacerme un cuchillo, como este?
Señores, la respuesta es afirmativa.
Además es más sencillo de lo que uno cree, solamente nos falta materia prima apropiada, herramientas, un poco de habilidad y paciencia. (Esto es un poco en broma).
Claro que tenemos que tener alguna habilidad manual, pero con paciencia podemos lograrlo, siguiendo estos pasos:
Materia Prima
No piensen que se necesita ir a una siderúrgica a comprar láminas de acero, pero si piensen en esa azada vieja, quizás rota u oxidada que era del abuelo y que además ya nadie usa.
Si tenemos una de esas, la cosa es bien encaminada.
Con la utilización de un elemento a partir del cual se podrá fabricar un cuchillo personal, dejamos de lado, por el momento, el método del forjado, el cual veremos en otra ocasión.
Dicho esto pasemos directamente a ver el tema de esta primera entrega y hablaremos del desbastado.
¿Porque el desbastado? Esto es así porque al partir desde un acero ya forjado y templado no tenemos necesidad de completar esas etapas en la fabricación y solamente nos quedará diseñar el modelo que queremos y hacerlo a partir de esa vieja azada.
Una vez que tenemos el elemento en nuestro poder, procedemos a dibujar sobre la hoja el perfil de nuestro futuro cuchillo.
Para eso primero dibujamos el modelo sobre un cartón y después lo colocamos sobre la hoja y pasamos un marcador alrededor de la silueta tratando de aprovechar todos los rincones para no malgastar el elemento inutilizando partes que nos pueden servir para otro modelo.
Desbastado ¿Con que cortamos el acero de la azada?
Podemos usar un disco para cortar metales o una sierra manual. Lo importante es que debemos mojar permanentemente el sitio de corte porque levanta mucha temperatura y corremos el riesgo de destemplarlo.
Es aconcejable dejar un par de milímetros de más en la silueta, en especial en el sector destinado al filo para luego proceder a rebajarlo hasta conseguir el adecuado.
El material sobrante de ese par de milímetros que dejamos, lo retiramos con una lima y así le damos el perfil parejo y prolijo que nuestro cuchillo se merece.
Podemos usar una amoladora, pero la verdad que es mejor la lima porque nos permite manejar la situación con más muñeca y podemos controlar los detalles con más precisión.
No olvidemos que toda fricción produce temperatura y ésta puede afectar el templado de la hoja.
Para cerrar esta primera etapa de fabricación, diremos que la hoja empleada podría llegar a mantener la curvatura de la azada.
Para hacer que la hoja quede perfectamente plana se deberá utilizar una maza o un martillo pesado y golpearla sobre un yunque y a falta de este se puede usar un tornillo de cabeza ancha atornillado sobre una superficie que permita los golpes sin romperse (abstenerse de hacerlo sobre la mesa de la cocina o la mesada).
Esta operación hará que la hoja quede plana y no hace falta calentarla (recuerden lo del destemplado). Para esto se requiere paciencia.
En la próxima entrega veremos la terminación de la hoja y preparación para colocarle la empuñadura.
(Esta nota está inspirada en la que el español Alfonso Huidobro escribió para la revista Armas y Municiones).

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